EL ROQUE - MONTE CHO PANCHO -
EL ROQUE
FICHA TÉCNICA
TÉRMINO MUNICIPAL: San Miguel de Abona.
COMO LLEGAR: Desde la capital de la isla, Santa
Cruz de Tenerife, tomaremos la autopista del sur, la TF-1, hasta llegar a la
salida número 62 que conecta directamente con la carretera TF-65 de acceso al
núcleo urbano de San Miguel. Una vez lleguemos, tomaremos la TF-28 que hacia la
izquierda nos lleva al Caserío de El Roque, siguiendo la señalización
correspondiente.
COMIENZO: Caserío de El Roque.
FINAL: Mismo lugar.
DIFICULTAD: Media.
DURACIÓN: Indeterminada.
LONGITUD: 9,4 km.
PROVISIÓN DE AGUA: En el Caserío de El Roque hay un
bar y en el área recreativa de Monte Cho Pancho hay varios puntos de agua.
LUGARES DE INTERÉS: 1.- Caserío de El Roque; 2.- En
el trayecto hasta el Monte Cho Pancho hay varios puntos de interés señalizados
con paneles informativos; 3.- Área recreativa del Monte Cho Pancho; 4.- Galería
Tapaditos del Ebro.
VENTAJAS: Recorrido circular de alto interés
etnográfico y señalizado hasta el área recreativa del Monte Cho Pancho,
perteneciente a la red de senderos del municipio de San Miguel de Abona.
INCONVENIENTES: En el regreso, algunos tramos del
camino original están abandonados e invadidos por la vegetación.
PELIGROSIDAD: Ninguna digna de mención.
TIPO DE RUTA: Senderismo.
PUEDES SEGUIR ESTA RUTA EN WIKILOC
CARTOGRAFÍA
DESCRIPCIÓN
Damos
comienzo este recorrido en la plaza principal del Caserío
de El Roque, un núcleo de población perteneciente al municipio de San
Miguel de Abona situado en las inmediaciones del Monumento Natural del Roque de
Jama, de ahí su nombre. En dicha plaza está la Iglesia de San Roque, un templo
religioso contemporáneo edificado en el año 1970 en el mismo lugar donde había
uno anterior, datado en 1907.
Iglesia de San Roque.
Inicio de la ruta en El Roque.
Empezamos
a caminar por la Calle de San Roque, siguiendo las indicaciones de dos señales
de dirección situadas en la plaza, que muestran la trayectoria a seguir para el
Monte Cho Pancho y para el Caserío de La Hoya, este último distante a un poco
más de 1 kilómetro. En la siguiente bifurcación iremos a la izquierda por la
Calle el Tapado, ignorando ir en dirección contraria por la Calle la Calzada
que se dirige hacia el citado caserío.
Arquitectura tradicional canaria.
Continuamos en suave ascenso haciendo un
recorrido urbano que va saliendo gradualmente del núcleo poblacional; más
adelante vemos como los muros de piedra seca que delimitan las huertas de
cultivo del entorno, sustituyen poco a poco a las viviendas del pueblo, salvo
algunas viejas casas de piedra de las cuales alguna de ellas conserva en buenas
condiciones un horno tradicional.
Enseguida nos encontraremos una bifurcación
donde las señales del recorrido nos obligan a girar a la derecha, el camino
deja de estar asfaltado y continúa con firme de tierra, justo donde se
encuentra un pequeño caserío en estado medio ruinoso, compuesto de varias
edificaciones hechas de tosca al más puro estilo arquitectónico canario.
Unos
metros después llegaremos al borde del Barranco del Pinito donde el camino se
bifurca en dos, a la izquierda asciende con fuerte pendiente y empedrado junto
a la parte trasera de una casa de piedra que luce un balcón canario de madera,
hacia la zona denominada La Cáscara y Pinito.
Sendero empedrado cruzando el Bco. del Pinito.
A la derecha, nuestra ruta
desciende hacia el cauce del barranco por un sendero con firme también
empedrado, entre Magarzas (Argyranthemum frutescens), Taginastes (Echium
aculeatum), Bejeques (aeonium urbicum), Verodes (Kleinia
neriifolia), Hinojos (Foeniculum vulgare) y alguna Cañaheja (Ferula linkii) con su espectacular
floración de color amarillo.
En el cauce del Barranco del Pinito.
Una vez lo hayamos cruzado, el sendero avanza en
ascenso con firme más pedregoso debido a la erosión y desgaste del pavimento
original; bordea luego el muro de una charca de grandes dimensiones y después,
las paredes de piedra seca de unas huertas de cultivo. A medida que avanzamos
en el recorrido, las vistas que nos ofrece el entorno son más que
espectaculares, sobre todo en un punto estratégico donde hay un panel
explicativo referido a la vegetación del lugar, ya que puede verse al completo
el pueblo desde donde partimos, que está situado bajo las faldas del Roque Jama
(775 m.); más alejada, la Montaña Centinela (609 m.) que alberga una antena de
telecomunicaciones en su cumbre.
Sendero delimitado por muretes de piedra seca.
El
camino avanza en continua pendiente, algo estrecho y delimitado por dos muros
de piedra a ambos lados, el firme es bastante irregular con tramos pedregosos y
algunos pequeños trayectos que conservan el empedrado original; también hay
algunas zonas de tosca en el terreno, precisamente en un punto al borde del
Barranco de El Tapado donde nos encontraremos otro panel informativo, este
alusivo a la transformación del paisaje en un entorno agrícola.
Zona con firme de tosca.
Vistas hacia el Roque de Jama.
Unos ciento
cincuenta metros más adelante, estaremos en otro mirador natural situado bajo una
pareja de Pinos Canarios (Pinus canariensis) donde otro panel
informativo nos informa precisamente de las bondades de dicho árbol; este es un
lugar que invita a un descanso para admirar el paisaje que tenemos a nuestros
pies, donde se hace protagonista el Roque Jama (775 m.)
y la Montaña Centinela (609 m.), así como toda la
extensión el valle formado por los municipios de San Miguel de Abona y Arona,
viéndose también la Montaña de Guaza (428 m.) y el Roque Igara (390 m.).
Panel informativo con vistas al Roque de Jama.
El
trayecto sigue su curso ascendente, aunque algunos trechos se presentan más o
menos llanos, pero el desnivel sigue siendo en todo el recorrido de subida; la
vegetación inunda todo el entorno, incluso en antiguas huertas que fueron muy
prósperas en tiempos pasados, crecen en el entorno multitud de Cañahejas (Ferula linkii) con su floración de un color
amarillo intenso, Jaguarzos (Cistus monspeliensis), Tabaibas (Euphorbia
atropurpurea), Taginastes (Echium aculeatum), Magarzas (Argyranthemum
frutescens), Verodes (Kleinia neriifolia), Matorriscos (Lavandula
canariensis). El recorrido está perfectamente marcado, bien mediante sus
muros de piedra originales a un lado y al otro, o bien con una hilera de
pequeñas rocas a modo de mojones; luego un tramo en línea recta, cerca de donde
crecen algunos Almendreros y varios Pinos Canarios (Pinus canariensis)
aislados, nos va acercando a una edificación que protagoniza una zona agrícola
donde hay numerosas huertas de cultivo en estado de abandono y al otro lado del
camino, una era de trilla muy bien conservada; la casa está en estado ruinoso y
situada en una especie de altozano donde poder divisar y disfrutar de las
magníficas panorámicas del valle.
El camino pasa junto a las ruinas de una vieja casa.
Era de trilla.
Cañaheja (Ferula linkii) (dcha.).
La frondosa vegetación inunda el entorno,
incluso en el exterior más cercano de la casa donde crecen grandes ejemplares
de Tabaibas (Euphorbia atropurpurea), al lado de multitud de Malpicas (Carlina
salicifolia), Magarzas (Argyranthemum frutescens)
y Cañahejas (Ferula linkii). El
camino avanza sin parar de subir y se desvía más delante de una vieja pista
agrícola, zigzagueando entre muretes de piedra seca, por las inmediaciones de
una de las laderas del Barranco del Pinito y bordeando algunos nateros, estos
son muros de piedra seca que han hecho los agricultores de épocas pasadas, para
taponar barranquillos secundarios y así captar el agua de lluvia y que con el
tiempo se conviertan en pequeñas huertas una vez el agua se haya evaporado y
dejado varias capas de sedimento en el fondo.
El camino marcha por la zona
conocida como La Silleta, bastante pedregoso, aunque tiene pequeños tramos que
evidencian que anteriormente estuvo empedrado; más adelante, en un promontorio
rocoso, hay otro panel informativo que explica la dura y difícil vida en el
campo que había en el entorno que divisamos desde este punto. Remonta
luego entre Jaguarzos (Cistus monspeliensis), Cornicales (Periploca
laevigata) y Pencones (Opuntia maxima) donde hay un poste con
señales de dirección que nos informa de la distancia que nos queda para llegar
al Monte Cho Pancho, que es de algo menos de dos kilómetros.
Señalización del recorrido (izq.).
El trayecto lo
encontramos a partir de aquí con un ancho considerable y con firme muy
pedregoso, así como marcado por ambos muretes de piedra seca que delimitan el
paso; avanza siempre en continuo ascenso, más adelante hay una era de trilla
junto al camino que es imperceptible ya que está oculta bajo la vegetación; hay
una pista agrícola que cruza perpendicularmente nuestro trazado, justo donde
crece un ejemplar aislado de Higuera y que se dirige, después de cruzar un
barranquillo abarrotado de Pencas (Opuntia maxima) por la derecha, hacia
una casa también abandonada.
Seguimos de frente por el evidente camino que
transcurre definido entre muros de piedra seca y luego gira a la derecha entre
algunos ejemplares de Escobones (Chamaecytisus proliferus), hasta
encontrar una llanada donde hay otro cartel de información; en unos pocos
metros encontraremos dos hornos tradicionales de tosca, uno de ellos derruido que,
según la información existente en el lugar, se utilizaron para secar higos y hacer
pan. El paso del camino continúa unos metros cercado por una valla de madera,
ya que hay una cueva semiderruida a un nivel inferior del recorrido; unos
metros después desembocamos en una pista agrícola donde hay varios almendreros,
por la que tendremos que girar hacia la izquierda y continuar avanzando
dirección al pinar que tenemos a la vista enfrente de nosotros.
Vallado del recorrido cerca de un horno tradicional.
Enseguida vemos
un sendero señalizado que se desvía de la pista y asciende internándose en el
bosque marcado por una hilera de piedras, que zigzaguea entre los pinos hasta
llegar a los primeros elementos que componen el área recreativa del Monte Cho
Pancho; hay varias bifurcaciones que llevan a las distintas mesas de madera y
fogones mediante pequeñas sendas y algún puente de madera colocado estratégicamente
en los lugares más erosionados. El área recreativa está provista de servicios
sanitarios públicos, tomas de agua, parque infantil y varios paneles
informativos referidos a la biodiversidad del entorno. En
el parquin se inicia la carretera asfaltada que sirve de acceso al lugar, donde
hay unas vistas panorámicas de las medianías del municipio, donde podemos
distinguir, igual que durante la subida hasta aquí, la imagen protagonista del
Roque de Jama (775 m.), la costa de San Miguel, la de Arona y la Montaña de
Guaza (428 m.) y el Roque Igara (390 m.).
Monte Cho Pancho.
La vía se dirige hacia la carretera
de Vilaflor, la TF-563, llaneando entre altos muros de piedra pertenecientes a
unas fincas de cultivo, luego cruza el Barranco de La gotera, donde crecen
grandes ejemplares de Tabaibas (Euphorbia atropurpurea); los bordes de
la carretera están cubiertos de Magarzas (Argyranthemum frutescens),
Tederas (Bituminaria bituminosa), Matorriscos (Lavandula canariensis),
Correguelas (Convolvulus althaeoides), Cerrajones arbóreos (Sonchus
canariensis) y algún almendrero aislado.
Antes de llegar a la carretera
principal, la vista de la cuerda montañosa que cierra el circo de las Cañadas
del Teide por el sur, donde destaca la silueta de la cara sur de Montaña Guajara
(2715 m.), las cumbres anexas y el Sombrero de Chasna (2405 m.), hay una
bifurcación hacia la derecha que desciende también asfaltada bajo el pinar y
bordeando el cauce del Barranco de La Gotera. Hay Escobones (Chamaecytisus
proliferus), Cerrajones (Sonchus acaulis), Amagantes (Cistus
symphytifolius), Jaguarzos (Cistus monspeliensis)
y un sinfín de especies vegetales, que en la estación primaveral le da un color
especial a la ruta; seguimos por la misma unos setecientos cincuenta metros,
acompañados de la imagen de las laderas rocosas de la vertiente sur del
Barranco de La Gotera donde se deja entrever los restos de un antiguo camino
que cruzaba el cauce, al otro lado también vemos el pinar que conforma el Monte
Cho Pancho, donde acabamos de estar.
En
una curva cerrada que forma la carretera, se desvía una pista de tierra que
continúa de frente a nuestros pasos y que discurre entre terrenos de cultivo
vallados, hasta que termina donde se inicia un camino muy pedregoso que se
encuentra bordeado de multitud de Jaguarzos (Cistus monspeliensis),
Cañahejas (Ferula linkii), Malpicas (Carlina salicifolia),
Tederas (Bituminaria bituminosa) y algunos Pinos Canarios (Pinus
canariensis) aislados.
Una tubería galvanizada nos dirige el paso por una
zona bastante rocosa y compacta atestada de Bejeques Punteros (Aeonium
urbicum) y algunos Verodes (Kleinia neriifolia); cerca hay un gran
estanque de agua abandonado y luego el trayecto del camino nos lo encontraremos
marcado por un murete de piedra seca que antiguamente lo delimitaba y algunos
restos del empedrado que probablemente albergaba. Un poco más adelante la
vegetación ha invadido la mayor parte del sendero, pudiéndolo evidenciar
mediante el recorrido de un muro de reciente fabricación que pertenece a una
finca particular; luego y a medida que avanzamos, siempre en descenso, la traza
del camino se va despejando y se hace más evidente y clara, incluso los muretes
originales de demarcación hacen que el recorrido sea aún más lógico.
Horno de tosca (dcha.).
Las vistas
son semejantes a las que disfrutamos en la subida por la lomada que está a
nuestra derecha; el Roque de Jama (775 m.) protagoniza, junto con la Montaña
Centinela (609 m.), el paisaje árido de medianías del municipio de San Miguel,
así como algunos conos volcánicos destacables como la Montaña Gorda (645m.) en
Charco del Pino y la Montaña Chimbesque (425 m.) en Las Chafiras, entre algunas
otras. Llega
un momento en que confluimos con una pista agrícola bastante pedregosa y con
algunos tramos cementados, donde hay una construcción destartalada y medio
abandonada; más adelante conecta directamente con una calle asfaltada que
avanza siempre descendiendo, esta vez con algo más de desnivel, por la zona
conocida como La Grama.
Tramo asfaltado.
Galería Tapaditos del Ebro (dcha.).
Canalización antigua de tosca en desuso.
Nos acompaña por uno de los bordes de la calle, una
vieja canalización de tosca que ha perdurado hasta la actualidad y nos recuerda
la importancia agrícola que tuvo esta zona; en un determinado momento, en la
zona conocida como Era Alta, veremos una desviación a la derecha que se dirige
a la Galería Tapaditos del Ebro, distante unos seiscientos metros y situada en
el cauce del Barranco del Tapado, siendo opcional su visita.
El camino con tramos empedrados.
Continuando por el
asfalto y una vez dejado atrás el anterior cruce, tendremos que abandonar la
vía justo donde hay un estanque y continuar nuestra ruta de frente, entre
varias Vinagreras (Rumex lunaria), por un camino muy pedregoso, que
tiene más adelante algunos pequeños tramos empedrados y que discurre en
descenso y acompañados por una tubería galvanizada y varias paredes de tosca
que bordean el trayecto.
Huertas cultivadas cerca de la Presa de Jiménez.
Unos metros más adelante, se estrecha
considerablemente durante uno de los tramos empedrados y después desemboca en
una pista de tierra donde hay gran cantidad de Pencones (Opuntia maxima),
justo al lado de la Presa de Jiménez, un embalse que se encuentra en estado de
abandono.
Calle San Roque llegando al final de la ruta.
Por
la pista agrícola iremos llaneando próximos a las paredes de piedra
perfectamente elaboradas de unas huertas colindantes, hasta que en pocos metros
termine en una calle asfaltada que a su vez converge un poco más adelante con
la Calle el Drago; por esta última iremos hacia la derecha cruzando el Barranco
de la Fuente y llegando después a la Calle La Calzada, la cual discurre
transversalmente. A la derecha continúa nuestro recorrido por dicha vía hasta
encontrarnos con la Calle San Roque, por la que iremos caminando hasta
encontrar de nuevo la plaza principal del Caserío de El Roque, donde iniciamos
la ruta, dando por finalizada la misma.
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